Cuidado de la salud - 07/01/2019

PLANTAS PARA EL INVIERNO

El descenso de las temperaturas que acompaña al invierno, una época en la que el organismo necesita activar las defensas, produce cambios en el sistema de defensa, que puede facilitar la invasión de patógenos y la aparición de enfermedades como el resfriado, la gripe, la amigdalitis, la afonía y otras patologías que afectan al sistema respiratorio. Tanto para prevenir como para tratar estos trastornos, las plantas medicinales son de gran utilidad. Ante cualquier trastorno que se alargue en el tiempo o cuyos síntomas se compliquen, se debe acudir al médico.

En este blog vamos a detallar las plantas medicinales más estudiadas:

EQUINACEA

La echinácea o equinácea, es la más conocida y estudiada de las plantas medicinales para estimular el sistema inmunológico y aumentar las defensas del organismo. Su uso terapéutico está recomendado en la prevención, cuando el organismo está sometido a estrés o a condiciones de debilidad física o psíquica que deprimen el sistema inmunitario; y en el tratamiento del resfriado, infecciones, dolores de garganta y tos, reduciendo los síntomas de la mayoría de procesos víricos y gripales.

De hecho, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) aprueba el uso de la echinácea en la prevención y tratamiento del resfriado común. Además, de acuerdo con la ESCOP (European Scientific Cooperative on Phytotherapy) se recomienda su uso como terapia coadyuvante y prevención de infecciones recurrentes, tanto bacterianas como víricas, del tracto respiratorio superior.

Los estudios clínicos realizados aseguran que la equinácea reduce la severidad y duración de los síntomas de los resfriados y otras infecciones del tracto respiratorio, ya que estos desaparecen aproximadamente 36 horas antes de lo que es normal que duren, así como a curar la gripe con mayor rapidez.

Existen nueve variedades de equinácea, De estas, tres se utilizan por sus propiedades medicinales: Purpurea, Angustifolia y Pallida. Las otras seis variedades están más limitadas en extensión y población. Siendo la Echinacea purpurea la más cultivada.

Su nombre procede del griego echino, que significa “espinoso” por el disco central espinoso de la cabezuela floral. Los nativos de América del Norte la llamaban ek-ihnay-sel-uh. Estos fueron los primeros en utilizar la equinácea con fines curativos en picaduras de serpientes y otras dolencias. Sobre 1890 se comenzó a exportar a Europa, y hasta 1930 se utilizaba principalmente la Echinacea angustifolia.

Debido a las continuas faltas de materia prima, Gerhard Madaus importó semillas para su cultivo en Europa. Sin embargo, debido a un error las semillas de Echinacea angustifolia resultaron ser de Echinacea purpurea. Es por esto que la mayoría de las investigaciones científicas realizadas en Europa se han realizado con Echinacea purpurea.

Se utiliza la raíz principalmente, aunque también se emplean las hojas y las sumidades floridas.

La composición de la raíz de la Equinácea es sumamente compleja. Contiene numerosos principios activos con propiedades inmunoestimulantes, ya que, a través de una estimulación general, no específica, aumenta los mecanismos de defensa del organismo, incrementando el número de glóbulos blancos y favoreciendo la síntesis de una molécula esencial en el proceso de la inmunidad, el interferón. Se ha demostrado su actividad inmunoestimulante en diversas afecciones relacionadas con debilidad o una deficiencia inmunitaria.

Se recomienda tomar entre 1 y 3 meses desde el comienzo del invierno para prevenir las infecciones de repetición y pueden tomarlo tanto adultos como niños a partir de 12 años. No está recomendado en mujeres embarazadas o en período de lactancia.Tampoco está recomendado en pacientes que padecen enfermedades autoinmunes, estén en tratamiento con inmunodepresores o que sean sensibles a la Equinácea.

Para contribuir a reforzar las defensas naturales del organismo y protegerlo frente al ataque de agentes externos causantes de infecciones del tracto respiratorio superior se puede utilizar en combinación con própolis.

 

 

PRÓPOLIS

Combatir los resfriados con antibióticos es un error, pues únicamente actúan contra bacterias y no contra los virus. Es aquí donde podemos utilizar el propóleo, una sustancia natural cuyos principios activos le permiten actuar como antiviral natural ante virus como, por ejemplo, el de la gripe o el resfriado. Tiene un amplio rango de actividades farmacológicas avaladas científicamente.

El própolis o propóleo no es una planta, es una sustancia que las abejas recolectan de las resinas y secreciones que cubren las yemas de distintas especies vegetales. El ácido 10-hidroxi-2-decenoico, segregado por las glándulas mandibulares de la abeja, permite el ablandamiento del própolis, facilitando de esta forma su recolección. Destaca pues su aspecto resinoso, de coloración verde parda, castaña e incluso negra, dependiendo de su origen botánico.

Las abejas emplean el propóleo principalmente para tapar las fisuras y juntas de la colmena, protegiendo la entrada de hongos, bacterias, virus y otros agentes invasores; así como para desinfectar a modo de antibiótico la zona de puesta de huevos.

De ahí viene su nombre ‘pópolis‘, un término griego que significa ‘delante de la ciudad‘ (Pro:’delante’ o ‘en defensa de’ y Polis: ‘ciudad’).

Esta sustancia, actúa formando una especie de ‘barrera’ que imposibilita el acceso al interior del organismo de agentes externos a través de las vías respiratorias.

Se han descrito más de 160 componentes del própolis, ya que está compuesto por resinas, cera, aceites esenciales, polen, minerales (aluminio, plata, bario, boro, cromo, cobalto, estaño, hierro, entre otros) y vitaminas (principalmente provitamina A y vitaminas del grupo B), variando su composición en función del entorno vegetal que rodee la colmena. Entre todos estos componentes, son los ácidos orgánicos y fenólicos, aldehídos aromáticos y flavonoides los que confieren al própolis su actividad antimicrobiana por lo que resulta beneficioso en el tratamiento y prevención de resfriados y de la gripe, suavizando y mejorando las molestias de garganta gracias a sus propiedades antiinflamatorias.

Pueden tomarlos tanto adultos como niños a partir de 6 años. No está recomendado en mujeres embarazadas, ni en personas alérgicas o sensibles a algunos de sus componentes.

Existen productos que combinan el própolis con miel, limón, vitamina C, y con extractos de eucalipto, menta, pino, tomillo, malva, malvavisco, etc que potencian sus propiedades.

Suelen actuar por varias vías y se utilizan en conjunción según la función de su acción:

  • Antitúsica (calmando la tos): Malva, Malvavisco, Amapola, Drosera, Erísimo, Gordolobo
  • Mucolítica y expectorante (fluidificando y favoreciendo la expulsión de las mucosidades): Eucalipto, Hiedra, Yemas de Abeto, Drosera
  • Antiespasmódica (relajando la musculatura respiratoria): Romero, Lavanda, Tomillo
  • Relajante (calmando el sistema nervioso): Melisa, Valeriana, Amapola
  • Protege y desinflama contra las disfonías (afonía, ronquera): Erísimo (yerba de los cantores), Malva

Las plantas medicinales refuerzan el sistema inmunológico

Nuestro sistema inmunológico está sensible durante el otoño y el invierno. Una vez llega el frío, virus conocidos y otros nuevos llegan de la mano y afectan a nuestra salud en forma de catarros, afonías o mocos. Niestra salud, quizás, no se vea perjudicada en exceso, pero si lo hará en el tiempo. Un catarro no curado a tiempo se perpetúa. Las plantas medicinales son grandes aliadas en la tarea de reforzar el sistema inmunológico y reducir los riesgos de ser atacados por estos virus. 

A la rama de la medicina encargada del estudio del impacto de las plantas en la salud de los humanos se le conoce como Fitoterapia. Su efecto positivo está comprobado siempre que acompañemos el uso de este producto con una vida saludable y una dieta sana y equilibrada, pilares fundamentales para gozar de una vida repleta de salud.